Durante los últimos años, las áreas de Recursos Humanos han trabajado diseñando herramientas para que los líderes las usen desarrollando nuevos talentos que los ayuden a evolucionar en sus competencias de liderazgo. Durante esta etapa, ha habido líderes que se han apropiado de su desarrollo, otros que lo han hecho parcialmente y otros, confiados en su posición de ventaja, han decidido mantenerse igual.
En la nueva normalidad, trabajar para ser cada vez un mejor líder paso de ser un "nice to have" a ser algo imperativo. La razón? El "terreno" cambio.
Si el liderazgo fuera como correr una maratón, antes de la pandemia, estaba bien que las personas fueran buenos corredores producto de tener algunas condiciones que se lo facilitara: buena capacidad pulmonar, unas piernas largas, buen manejo de la respiración, pasión o ganas. Sin importar de donde venía el ritmo, apalancarse en alguna característica en especial era suficiente.
Pero el terreno cambio y con él la manera de recorrerlo. El escenario VUCA nos esta enfrentando a un nuevo terreno donde correr como antes se hacia, ya no es sinónimo de mantener el ritmo. La famosa frase de que "antes de ser buen líder se necesita ser buena persona" tomó la delantera porque las condiciones humanas que ahora nos rodean pasaron de estar controladas en el espacio de una oficina, a un espacio infinito donde cada empleado convive en situaciones diametralmente diferentes.
La fórmula de la #Longanimidad se perfila como una buena manera para que un líder pueda hacerse cargo de esta nueva maratón y disfrutarla. Esto, porque implica trabajar en su interior a la par de hacerlo también en su relación con los demás. Desarrollarse como un líder longanime es entrar en un circuito donde el trabajo que uno hace en uno mismo, se nota en los demás, y el que uno hace con los demás, se nota en uno.
