Seguramente estarán de acuerdo que este 2020 nos ha mostrado cual vulnerable somos y cuan cambiante puede ser nuestro estilo de vida.
Desde la perspectiva organizacional, en el mundo entero hemos sido testigo de cómo la mayoría de quienes son activos laboralmente, un día se fueron a teletrabajar sin importar si contaban o no con las habilidades apropiadas y las condiciones físicas y emocionales para hacerlo. Ese día los líderes a nivel global empezaron a sentir cuán difícil era gestionar en esas condiciones un equipo, y más aún, mantenerlo productivo y motivado. También evidenciaron cómo excelentes empleados se fueron desmoronando en su productividad porque estar confinados no era lo suyo. Es posible que la mayoría pensaron o llegaron a una sencilla conclusión: esta situación de liderar en esas condiciones va más allá del arte de dirigir. Implica que el líder se mire hacia adentro y desarrolle un nuevo nivel de empatía que yo denomino, liderar con el alma.
Afortunadamente con la riqueza de la lengua española encontré el término que envolvía todo lo que quería decir con esta frase. Ese término es la Longanimidad.
La Longanimidad es la perseverancia y constancia de ánimo reiteradamente en situaciones adversas. Esta compuesta de 4 factores: La Resiliencia sumada a la Fuerza Interior y estos dos multiplicados por la Voluntad de Empatía y la Compasión. La fórmula fue mi manera de interpretarlos.
Aunque estos factores no son extraños, ponerlos al servicio del liderazgo lo considero novedoso y desafiante, puesto que hasta ahora era normal que un líder se destacara solo con el uso de uno o dos de ellos. Pero ser un líder longánime implica tener la fórmula completa y es ahí donde se crea la diferencia.
Ser longánime lleva con si un trabajo interior de uno hacia adentro y un trabajo exterior donde juega un papel importante la relación con las personas.
El trabajo interior tiene que ver con la Resiliencia y la Fuerza Interior. Estos dos atributos le exigen a cualquier persona trabajarse a sí misma para desarrollarlos. En general, no llegan solo. Hay que construir auto conocimiento, auto control y auto confianza para lograrlos evidenciar en nuestros comportamientos, y más aún, ponerlos a prueba en condiciones por fuera de lo normal.
Pero, por otro lado, ser longánime también implica un trabajo de afuera hacia adentro, en donde las personas que nos rodean están íntimamente implicadas. La Voluntad de Empatía supera la empatía misma en tanto que implica serlo en situaciones adversas. Ser empático en momentos de baja dificultad puede ser sencillo incluso hasta para personas lejanas a las relaciones. Pero tener esa Voluntad de Empatía en cualquier situación por difícil que sea, conjugada con una nueva “competencia organizacional” como lo es la Compasión, crea para mi el liderazgo con el alma.
La nueva normalidad llegó para quedarse. Las condiciones de virtualidad, el desarrollo de los negocios en condiciones de Agilidad, Volatilidad, Incertidumbre y Complejidad (competencias VUCA) marcaran el comienzo de una nueva manera de hacer las cosas.
Sin embargo. lo que en este contexto no se nos puede olvidar es que una empresa avanza gracias al potencial y talento de las personas que la conforman. Por todo esto el liderazgo tal y como lo conocemos ya no será suficiente para llevarnos al nuevo nivel que el 2020 nos ha impuesto.
María Paulina Bayona Flórez
Mentora y Coach
CHANGE MASTERLY
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